Nosotros como Iglesia, al igual que el Buen Samaritano estamos llamados a salir al encuentro de las personas y de las familias que afrontan un proceso de enfermedad física o mental, y requieren de apoyos genuinos para superar las adversidades y los momentos difíciles motivados por el amor al prójimo y la fe.
Te invitamos está semana en familia o en pareja a acompañar de manera solidaria y fraterna a algún familiar, amigo o vecino enfermo.
Ten presente que el objetivo de este valioso acompañamiento es:
- Que la persona se sienta fraternalmente acompañada, así que debes asegurarte de que sienta tu presencia.
- Establecer un contacto generoso y amable con la persona para conocer su estado de salud y saber que necesita.
- Sensibilizarte frente al enfermo y su familia. Planea y propende porque el acompañamiento genere un bienestar físico y emocional, de tal manera que tu presencia debe ser empática y esperanzadora.
- Identificar la necesidad material, humana, espiritual o emocional de la persona, y focaliza una forma de ayuda que promueva el sentido de vida.
- Disponer el corazón y orar en familia o en pareja por la salud, la fortaleza espiritual y familiar del enfermo para incentivar la ayuda mutua, la sabiduría y el deseo de vivir confiados en el Amor de Dios.
- Valorar el esfuerzo de las familias, ofrecerles consuelo y esperanza.
“Esta vocación al amor y al cuidado del otro, que lleva consigo ganancias de eternidad, se anuncia de manera explícita por el Señor de la vida en esta paráfrasis del juicio final: recibid en heredad el reino, porque estaba enfermo y me habéis visitado”. Carta Samaritanus Bonus