En medio del dolor y de la incertidumbre de la enfermedad, Dios nos ha llamado a ser compañeros que cuidan y protegen a quien sufre; desde la vida en comunidad se entretejen lazos de amistad, fraternidad, solidaridad, hermandad, familiaridad, que deben reflejarse en todo momento de la vida, pero en especial, cuando el sufrimiento se hace presente en medio de nosotros. Este es el mensaje que queremos compartir desde la Diaconía para el Desarrollo Humano Integral en el marco de esta Jornada Mundial del enfermo 2024.
El lema que nos da el Santo Padre «No conviene que el hombre esté solo» cuidar al enfermo cuidando las relaciones, nos hace un llamado a poner nuestra atención en la dura realidad de la soledad que muchos viven en silencio y que quizá otros hemos normalizado; no obstante, recordar que Dios nos otorgó la dimensión relacional y que nos enseñó el maravilloso don del amor, reaviva la importancia de la presencia fraternal y solidaria entre el Pueblo de Dios. La enfermedad es una dura realidad que nos pone a prueba y que nos moviliza a estar más presentes y ser compañeros permanentes de quienes la padecen, de quienes la cuidan, y de quienes buscan la cura.