Cuarta Semana de Adviento
En esta última semana del Adviento la Iglesia nos invita a prepararnos más directamente para la celebración de la Navidad, el pesebre y el rezo de la novena de Navidad nos ayudan a fijar nuestra mirada en el misterio de la Encarnación.
La palabra de Dios nos revela que la salvación es un proyecto que Dios está realizando en la historia de cada ser humano y en la historia de la humanidad, para realizar este proyecto Dios ha enviado a su Hijo quien asume una existencia humana como la nuestra en el seno de la Virgen María y entra en la historia de la humanidad como cada uno de nosotros: naciendo de una mujer.
Por este acontecimiento de la encarnación la salvación llega a todo hombre y a toda mujer, pues el mismo Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con cada ser humano.
Desde la fe cristiana celebrar la Navidad pide en primer lugar reconocer con agradecimiento que la Encarnación, además de ser el único y novedoso acontecimiento que la historia conozca, es también el método que la Santísima Trinidad ha elegido para abrirnos el camino de la comunión. La fe cristiana, o es un encuentro vivo con Él, o no es.
Prepararnos para participar en la celebración de la Navidad es disponernos para reconocer en nuestra propia existencia la vida que Dios ofrece a todo ser humano, vida divina, vida de hijos de Dios y que con su amor nos está conduciendo a tener una vida de plenitud en el amor. Al referirse al misterio de la Encarnación, san Agustín decía del ‘admirable intercambio que nos salva’: el Hijo de Dios se hace Hijo del hombre, para que nosotros, que somos hijos de hombres, lleguemos a ser hijos de Dios.
Como trabajo de esta cuarta semana de Adviento te invitamos a:
Orar para que todos seamos conscientes de la dignidad de cada ser humano pues en cada uno de nosotros el Padre del cielo está manifestando su amor y reconociendo el rostro de su Hijo. Podemos orar con el Salmo 8.