San Martín de Porres: Una vida de servicio, humildad, sencillez y enseñanzas
La vida de San Martín de Porres es un ejemplo de humildad, servicio y sencillez. San Martín se destacó por su dedicación a los pobres y enfermos, y siempre se preocupó por las necesidades de los demás antes que por las propias. Además, San Martín llevó una vida de oración profunda y trató con amabilidad a todos los que lo rodeaban. San Martín es un modelo a seguir para aquellos que buscan la santidad en sus vidas y desean llevar una vida de penitencia por amor a Dios. La humildad y el espíritu de servicio son valores importantes que, producen paz y felicidad en el hombre y que deberían ser más valorados en nuestra sociedad actual.
El legado de San Martín vive así:
Servir a los demás, servir a los necesitados: San Martín hizo grandes esfuerzos por cuidar a los pobres y enfermos. Sirvamos bien a quienes nos rodean cuando lo necesiten. Hagamos este servicio por amor a Dios y para ver a Dios en los demás.
Ser humildes: San Martín fue un hombre que practicó esta virtud. Siempre se preocupó por los demás primero y por él mismo después. Vio las necesidades de los demás, no las suyas. Se puso en último lugar.
Vivir una vida de profunda oración: La oración debe ser el fundamento de nuestras vidas. Para servir a los demás y permanecer humildes, debemos orar. Debemos tener una relación cercana con Dios.
Ser sencillos: San Martín defendió la virtud de la sencillez. Vivió su vida delante de Dios sin complicaciones. Vivamos con un espíritu sencillo.
Ser amables con quienes nos rodean: Tener detalles y tratar a los demás con amabilidad y amor es muy importante en nuestras vidas. Otros lo merecen porque son hijos amados de Dios.
Hacer que nuestras vidas sean santas: Es modelo de vida y seguimiento a la Palabra de Dios, motivación para nosotros así mismo hacerlo.
Vivir una vida de penitencia por el amor de Dios: Ofrecer sacrificios a Dios.
Oración
Virgen María y San Martín de Porres,
ayúdenme este día a ser más servicial
con las personas que me rodean
y así crecer en la verdadera santidad.
Amén