“Uno de los grandes retos es acompañar desde la Vicaría una nueva manera de ser sacerdote y de ser Iglesia”
En esta línea, precisa que, además de comprender los contextos, apoyarse en las herramientas disponibles, es necesario que los sacerdotes se reconozcan como “sanadores heridos, sembradores de la esperanza”. Desde esta conciencia, anima a sus hermanos en el ministerio a vivir la alegría de sentirse como “el Buen Pastor; el sembrador que cada mañana siembra, esperando que caiga la semilla en buen terreno”.
“Desde el saludo a una persona; desde la predicación amable, generosa, alegre, se siembra esperanza en medio del dolor en el que estamos”, afirma.
“Todos somos imagen de Cristo y estamos llamados a hacer presencia de Él, a ser sal de la tierra y luz del mundo. Esto es, también, ser hombres y mujeres de esperanza”.
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