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16-ene.-2025, jueves de la 1.ª semana del T. O.

«Antes bien, anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado» (Hb 3, 13)

Por un nuevo día, gracias, Señor. Por el Don de la vida, gracias, Señor. Por ser nuestro auxilio y escudo gracias, Señor. 

Hoy con humildad iniciamos nuestro caminar, reconociendo que en ocasiones no depositamos nuestra confianza en Ti. Repréndenos, Señor, cuando nuestros corazones se han endurecido. Un corazón endurecido es el que se muestra indiferente ante las dificultades humanas. Indiferente ante la pobreza, la violencia, el odio, la venganza, la soledad. Hoy nos regalas palabras hermosas y sabias para poder comprender y afrontar estas situaciones adversas: «Antes bien, anímense unos a otros cada día, mientras dura este hoy, para que nadie se endurezca seducido por el pecado». 

Danos corazones dóciles, llenos de buenos sentimientos y concédenos experimentar tu misericordia en nuestros hermanos. Que hoy vivamos la humildad y la confianza de los que acudimos a Ti y nos sintamos invitados para limpiar lo que no está sano en nuestra vida, para que limpies totalmente nuestro ser. 

Permite que vivamos la alegría de sentirnos sanados por tu mano que se extiende y nos toca en nuestra debilidad. Danos la capacidad de aceptarnos mutua y plenamente como somos, sin juzgar, sin condenar, sin envidiar, sin despreciar a nadie, sin tratar de modelar a los demás a nuestra propia imagen y semejanza. 

Que escuchemos hoy tu voz amorosa y misericordiosa para comprender la inmensidad de tu amor; que, como el leproso, te digamos “si quieres puedes limpiarme” y oigamos de Ti “si quiero, queda limpio”. 

San Antonio Abad, a quien celebramos en este día, interceda y nos muestre el mismo camino de amor y de fe en Ti. Que Nuestra Madre Santísima nos ayude y seamos plenamente felices. Amén. Un muy esperanzador jueves lleno de cosas hermosas. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El Evangelio de hoy (cf. Mc 1, 40-45) nos presenta el encuentro entre Jesús y un hombre enfermo de lepra. Los leprosos eran considerados impuros y, según las prescripciones de la Ley, debían permanecer fuera de los lugares habitados. Eran excluidos de toda relación humana, social y religiosa. Por ejemplo, no podían entrar en la sinagoga, no podían entrar en el Templo, también religiosamente. Jesús, en cambio, deja que se le acerque aquel hombre, se conmueve, incluso extiende la mano y lo toca. Esto era impensable en aquel tiempo. De este modo, realiza la Buena Noticia que anuncia: Dios se ha hecho cercano a nuestra vida, tiene compasión de la suerte de la humanidad herida y viene a derribar toda barrera que nos impide vivir nuestra relación con Él, con los demás y con nosotros mismos. Se hizo cercano. Cercanía. Recuérdense bien de esta palabra: cercanía, compasión. El evangelio dice que Jesús al ver al leproso “tuvo compasión de él”. Y ternura. Tres palabras que indican el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura.  (…) Permítanme aquí un pensamiento para tantos buenos sacerdotes, confesores, que tienen este comportamiento de atraer a la gente, a mucha gente que se siente una nada, se siente “por los suelos” por sus pecados... Pero con ternura, con compasión... Son buenos esos confesores que no están con el látigo en la mano, sino para recibir, escuchar y decir que Dios es bueno, que Dios perdona siempre, que Dios no se cansa de perdonar.  (Ángelus, Plaza San Pedro, 14 de febrero de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.