Último día de nuestra semana laboral, último amanecer de este primer mes del año que tú nos has regalado. Es momento para darte gracias por todo lo vivido lo servido y lo laborado, porque han sido más las bendiciones que hemos recibido y los momentos de alegría compartidos. Nuestros obstáculos fueron pocos y pudimos solventarlos, gracias a que contamos siempre con tu auxilio y tu presencia en medio de nosotros.
Gracias, Señor, por tus palabras que siempre nos dan a nosotros el ánimo y la fortaleza para seguir adelante, seguir sembrando con ilusiones porque sabemos que la cosecha tú la llevarás adelante, por mínima que sea la siembra. Siempre encontraremos hortalizas llenas, de fe, de esperanza y de caridad para que sean ramas de servicio y solidaridad en las que puedan estar cobijándose nuestros hermanos en soledad y desesperanza.
San Juan Bosco, quien nació el 16 de agosto de 1815 y recibió una sólida educación cristiana y llevó una especial actividad pastoral con san José Cafasso, nos ayude por la intercesión de María Auxiliadora a cumplir la voluntad del Padre celestial. Mañana iniciaremos un nuevo mes y te pedimos que lo iniciemos con mucho optimismo y confianza en ti. Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Amén.
Un muy feliz santificado y agradecido fin de mes.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El mensaje de esta parábola lo que nos enseña es esto: mediante la predicación y la acción de Jesús, el Reino de Dios es anunciado, irrumpe en el campo del mundo y, como la semilla, crece y se desarrolla por sí mismo, por fuerza propia y según criterios humanamente no descifrables. Esta, en su crecer y brotar dentro de la historia, no depende tanto de la obra del hombre, sino que es sobre todo expresión del poder y de la bondad de Dios, de la fuerza del Espíritu Santo que lleva adelante la vida cristiana en el Pueblo de Dios. A veces la historia, con sus sucesos y sus protagonistas, parece ir en sentido contrario al designio del Padre celestial, que quiere para todos sus hijos la justicia, la fraternidad, la paz. Pero nosotros estamos llamados a vivir estos periodos como temporadas de prueba, de esperanza y de espera vigilante de la cosecha. De hecho, ayer como hoy, el Reino de Dios crece en el mundo de forma misteriosa, de forma sorprendente, (…) Por eso, en los momentos de oscuridad y de dificultad nosotros no debemos desmoronarnos, sino permanecer anclados en la fidelidad de Dios, en su presencia que siempre salva. Recordad esto: Dios siempre salva. (Ángelus, 17 de junio de 2018)